Un blog para pensar sobre los valores en la vida cotidiana.

Amarás al prójimo como a ti mismo. (Mt,12,31)

Para que marche bien el engranaje de nuestra compleja maquinaria, hace falta una caja de herramientas en la que se encuentran los valores. Entre ellos hay grandes conceptos, esenciales en la condición humana: la libertad, la justicia, la fortaleza, la templanza, la prudencia. Ahí están vigentes desde hace milenios y no creo que el ser humano haya pensado nunca en nada mejor.
Pero hay también valores escondidos. Como valor es todo aquello que se valora, y hoy apreciamos muchas actitudes absurdas, puede ser bonito desentelarañar esos valores pequeños que miran hacia la trascendencia y dan sentido a la vida.
Sobre algunos de ellos quiero reflexionar en este blog porque son ellos los que estarán iluminados desde mi interior el día que me quiera. Y tengo que amar al prójimo como a mí mismo.

domingo, 14 de octubre de 2012

EL ROSTRO HUMANO


 

 

Entre todas las especies que pueblan la Tierra, solamente la humana mantiene una posición erguida y muestra el rostro de frente. Los científicos afirman que esta particularidad se debe a la necesidad de comunicación del hombre, a la palabra. El rostro humano está animado, es el espejo de un alma, y por eso distingue a su dueño, un frágil mamífero bípedo, como imagen del Creador.

Entre todas las maravillas de la naturaleza creo que no hay ninguna más bella que el rostro humano. El de los niños, cuya mirada limpia hace renacer cada día la esperanza; el de los jóvenes enamorados, sinónimo de la belleza; el de las mujeres recién paridas, que acaban de asistir al misterio de la simultánea condición animal y divina de nuestra especie; el de los ancianos, que ya lo han visto y lo comprenden todo. El de cualquier persona por cuyo rostro atraviese una emoción, un recuerdo, una decisión, una alegría, una pena.

Frente al individualismo que asola la sociedad absurda que hemos construido, cada rostro humano frente a nuestro propio rostro nos recuerda que debemos recobrar el personalismo. Martin Buber lo explica muy bien: No existe otra manera de construir una comunidad en la que se equilibren justicia y libertad más que basándola en la relación de encuentro entre personas. Es el diálogo cara a cara, que justifica la posición erguida del hombre frente a las otras especies. La tolerancia y el respeto deben fundamentar este encuentro entre personas. Son valores que deben formar parte de nuestra actitud ante la vida y de la educación de los hijos. Para los antiguos latinos, vivir era inter homines ese - estar entre los hombres - y morir era inter homines ese desinere, dejar de estarlo. En eso mismo seguimos.