Un blog para pensar sobre los valores en la vida cotidiana.

Amarás al prójimo como a ti mismo. (Mt,12,31)

Para que marche bien el engranaje de nuestra compleja maquinaria, hace falta una caja de herramientas en la que se encuentran los valores. Entre ellos hay grandes conceptos, esenciales en la condición humana: la libertad, la justicia, la fortaleza, la templanza, la prudencia. Ahí están vigentes desde hace milenios y no creo que el ser humano haya pensado nunca en nada mejor.
Pero hay también valores escondidos. Como valor es todo aquello que se valora, y hoy apreciamos muchas actitudes absurdas, puede ser bonito desentelarañar esos valores pequeños que miran hacia la trascendencia y dan sentido a la vida.
Sobre algunos de ellos quiero reflexionar en este blog porque son ellos los que estarán iluminados desde mi interior el día que me quiera. Y tengo que amar al prójimo como a mí mismo.

sábado, 11 de febrero de 2012

El heroísmo


El sábado pasado he conocido a un héroe. A lo mejor puede parecer un héroe pequeñito, al lado de los ingenieros de Fukushima, pero yo creo que no es más pequeño ni más grande. Cada héroe está en una circunstancia diferente, y ofrece el máximo de sí mismo de acuerdo con lo que esta requiera.


Colaboro desde hace muchos años con la ONG Delwende, que sostiene económicamente los proyectos que las Hermanas de la Consolación desarrollan en África, Asia y Latinoamérica. ¡Uf, cuánto me ha costado escribir “hermanas” y no “heroínas”! Porque las voluntarias de la ONG estamos aquí buscando financiación, pero las religiosas se van a contraer la malaria, a dar la vida por sus amigos en la primera línea del hambre y la pobreza.



Pues bien, el sábado estábamos desarrollando una actividad para obtener algunos fondos y se me acercó un hombre joven. Me saludó muy cordial y me dijo: “Mira, Carmen, yo soy socio de la ONG desde hace algún tiempo. Me hice socio aportando diez euros al año porque no podía dar más. ¡Pero hoy sí puedo! ¡Toma!”  Y me dio un sobre que tenía dentro muchísimo dinero. Tanto que el resultado del día fue cien veces mejor de lo que habíamos esperado. Me impresionó mucho esta generosidad. En seguida me di cuenta de que este buen hombre era también, a su manera y en su momento, un héroe. Porque quien es capaz de pensar en una ONG cuando le cambia la fortuna, en vez de pensar en gastar el dinero o guardarlo, es capaz de hacer muchas otras cosas también si llega el caso. Por eso no estaría de más que fuésemos reconociendo aquí a nuestros héroes cotidianos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres que también transforman la realidad. Son todos aquellos que hacen realidad la vieja máxima kantiana sobre la ética: Deber es poder.


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