Un blog para pensar sobre los valores en la vida cotidiana.

Amarás al prójimo como a ti mismo. (Mt,12,31)

Para que marche bien el engranaje de nuestra compleja maquinaria, hace falta una caja de herramientas en la que se encuentran los valores. Entre ellos hay grandes conceptos, esenciales en la condición humana: la libertad, la justicia, la fortaleza, la templanza, la prudencia. Ahí están vigentes desde hace milenios y no creo que el ser humano haya pensado nunca en nada mejor.
Pero hay también valores escondidos. Como valor es todo aquello que se valora, y hoy apreciamos muchas actitudes absurdas, puede ser bonito desentelarañar esos valores pequeños que miran hacia la trascendencia y dan sentido a la vida.
Sobre algunos de ellos quiero reflexionar en este blog porque son ellos los que estarán iluminados desde mi interior el día que me quiera. Y tengo que amar al prójimo como a mí mismo.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Perdonar (y2)


¿Qué hay que hacer para perdonar?


La respuesta me la trae Lituania. Estaba buscando un poema para enviar a mi amigo como despedida ante su aventura y encontré estos versos del poeta lituano Milosz:


Hazme caso.
Tiéndete bajo un árbol
bien nutrido con barbas de musgo.
O bajo cualquier árbol.
Tiéndete sin música ni pensamiento.
Sueña en el vacío
de la malgastada nostalgia.
Y sonríe sin rencor
a lo que te ha abandonado.




Ya está. Se perdona abrazando al tiempo y convirtiéndolo en compañero de un viaje interior en el que abramos de par en par todas nuestras puertas con esa llave maestra que es la voluntad de vivir; se perdona con un esfuerzo constante y diario para no malgastarse en la nostalgia; se perdona con trabajo y entrega a los demás, mirando para adelante; se perdona con esperanza, esto es esperando con paciencia la manifestación de nuestra capacidad para la renovación.


Una persona puede sufrir durante muchos años el dolor de una herida causada por quien hubiera debido amarle bien, pero siempre llegará el día en que pueda sonreír sin rencor a lo que le ha abandonado. Porque esa primavera del perdón es tan cierta como la que llega cada año al hielo de Lituania, aunque al principio del invierno esté igual de escondida.

Me gustaría decirle a quien se siente ahora hundido en la nieve hasta la cintura, que el perdón profundo llegará una mañana sin previo aviso, brotando de la propia esencia. Y quien sufre hoy un dolor inefable podrá tumbarse sonriendo al sol de la vida, bajo el árbol pleno de su propia historia, lleno de musgo por tantos inviernos pasados, pero lleno de hojas verdes y de frutos también.






No hay comentarios:

Publicar un comentario